Manuel empezó a bajar su desempeño en el trabajo, aumentó sus ausencias y su equipo reportó sentirlo alejado de la convivencia diaria. Él sufría problemas de depresión y ansiedad derivados de un ambiente laboral tenso. No era el único. El involucramiento oportuno de la gerenta de la empresa de tecnología para la cual laboraba permitió identificar y atender un vacío estructural en la gestión del bienestar dentro de la compañía.
El caso de Manuel ha dejado de ser una excepción. Alrededor del mundo, cada vez son más las personas que se enfrentan a algún problema de salud mental que impacta todos los ámbitos de su vida, incluyendo el laboral.
Hoy comprendemos que si bien es cierto, la eficiencia y la competitividad son fundamentales para el éxito empresarial, estas van de la mano con un factor crucial que impacta tanto la calidad de vida de los trabajadores como la productividad y los resultados económicos de las compañías: la salud mental.
Según datos de la OMS (2024), a nivel global, el 5% de la población sufre de depresión y el 4% presenta trastornos de ansiedad. Organizaciones como la OIT (2024) y la OPS (2024) han estimado que los problemas de salud mental en el trabajo tienen un enorme impacto, al ocasionar 12.000 millones de días laborables perdidos cada año debido a la depresión y la ansiedad.
En Costa Rica, los diagnósticos de depresión se han duplicado: se pasó de 3.410 casos en 2022 a 7.185 en 2024. Esto, de acuerdo con la Dirección de Vigilancia de la Salud del Ministerio de Salud.
Además, según datos oficiales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), en 2024 se registraron 86.000 incapacidades solo por ansiedad y depresión, lo que representa 729.000 días de trabajo perdidos. Estos datos son alarmantes. No en vano, el Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad de Costa Rica se ha referido a esta situación como la “otra pandemia” a la que nos enfrentamos como país.
Es claro que la salud mental no solo afecta el bienestar individual, sino que también repercute en la eficiencia y los resultados económicos de las empresas, lo que pone de manifiesto la urgencia de implementar políticas de bienestar emocional.
¿Qué ganan las empresas que se preocupan por el bienestar de sus equipos? Una buena salud mental en los trabajadores se traduce en el desarrollo de sus capacidades al máximo, en la toma de decisiones acertadas y en el despliegue sus habilidades de manera óptima. Por otra parte, un ambiente laboral que valora el bienestar emocional tiende a tener empleados más satisfechos y comprometidos, lo cual se traduce en una mayor productividad y eficiencia.
Un trabajador con estabilidad emocional muestra mayor compromiso, creatividad y eficiencia. Permanece por más tiempo en las organizaciones y mejora el desempeño empresarial. Por ello, es fundamental que los empleadores comprendan que el bienestar psicológico de sus equipos es tan relevante como la capacitación técnica o el equipamiento.
El rol del patrono en la salud mental en el trabajo
Como país, Costa Rica dio un paso importante en el tema. Recientemente, se ha incorporado en el Reglamento a la Ley de Salud Mental (N.º 10412) una disposición que establece el protocolo de atención al suicidio.
Aunque esta norma no obliga de forma expresa a las empresas a implementarlo, actúa como una guía indispensable para la prevención de crisis graves en el ámbito laboral. El protocolo insta a establecer mecanismos de detección temprana, intervención inmediata y seguimiento, y ofrece un apoyo integral a quienes atraviesan situaciones de riesgo.
Esta disposición, que forma parte de una normativa más amplia en relación con la atención a la salud mental, es, sin duda, una guía para los patronos que deseen orientarse hacia una gestión proactiva de la salud mental desde la inversión en el capital humano. Cuando se detecta y se trata oportunamente una crisis emocional, se evita un daño mayor, tanto en términos humanos como económicos.
Adicionalmente, para fomentar la salud mental en el entorno laboral, es crucial que las empresas adopten un enfoque integral que incluya: programas de bienestar emocional y políticas claras de salud mental que den los recursos y el apoyo para el abordaje temprano y eficaz en la atención de la salud mental de sus colaboradores; flexibilidad laboral que permita a los empleados equilibrar sus responsabilidades laborales y personales; capacitación para mandos medios y formación de líderes y comunicación abierta que fomente una cultura de transparencia y empatía entre trabajadores, directivos y el departamento de Recursos Humanos.
Los líderes empresariales deben actuar con determinación y responsabilidad, integrando la salud mental en las políticas internas y en la cultura corporativa.
Reconocer la salud mental como un pilar esencial para el éxito empresarial y la calidad de vida de los trabajadores es, en última instancia, invertir en el futuro de la organización.
Marco Durante
Socio director, BDS Asesores
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