#CostaRica 🇨🇷 #BDS_Artículo: La persistente lucha por la equidad de género en el entorno laboral
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#CostaRica 🇨🇷 #BDS_Artículo: La persistente lucha por la equidad de género en el entorno laboral

En el marco del Día Internacional de la Mujer, considero un honor escribir este artículo a manera de reflexión sobre un tema fundamental: la equidad de género. Según el Informe Mundial sobre la Brecha de Género 2024 del Foro Económico Mundial, podría tomar 134 años alcanzar la paridad de género en el mundo. Esta cifra nos recuerda que, aunque se han logrado avances, la igualdad plena sigue siendo un desafío pendiente.

Desde el 8 de marzo de 1857, fecha en la que un grupo de mujeres se organizó para exigir equidad salarial, la lucha ha sido constante. Hoy seguimos alzando la voz para garantizar nuestro lugar en el ámbito laboral, mientras enfrentamos obstáculos visibles, pero silenciosos, que dificultan nuestro desarrollo profesional.

En nuestro país, esta lucha ha impulsado cambios significativos a nivel legal. El Código de Trabajo, por ejemplo, en su artículo 404, prohíbe expresamente la discriminación por razón de sexo. A nivel jurídico, las mujeres que logran demostrar indicios de discriminación cuentan con protección, lo que refleja un avance importante. Sin embargo, tras 168 años de lucha, sorprende que muchas mujeres deban continuar recurriendo a los tribunales para poder defender sus derechos laborales.

No obstante, las cifras también nos muestran progreso. Según datos recientes de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (CINDE), el 57% de los 5.482 empleos netos generados son ocupados por mujeres. Pese a ello, persisten brechas que limitan nuestro crecimiento profesional: la desigualdad salarial, la falta de equidad en promociones, la discriminación y la necesidad de demostrar constantemente nuestro valor para ser reconocidas.

No basta con leyes y regulaciones; el cambio también debe ser social y cultural. La manera en que nos dirigimos a los demás, los prejuicios que perpetuamos y las expectativas que imponemos contribuyen a la desigualdad. Ciertamente, la autoconfianza y la imagen personal son importantes, pero no pueden ser el único escudo contra los estereotipos de género arraigados en la sociedad.

En pleno 2025, muchas mujeres aún deben esforzarse el doble para que sus ideas sean tomadas en serio en las reuniones laborales. Reciben comentarios inapropiados sobre su apariencia, enfrentan cuestionamientos sobre su capacidad y, en algunos casos, ven limitado su progreso profesional por razones ajenas a su desempeño.

Por eso le pregunto directamente a las mujeres: ¿cuántas veces han usado tu nombre en diminutivo, no por cariño, sino de manera despectiva? Incluso, ¿quién no se ha encontrado hasta con una mujer que nos minimiza por ser de su mismo género?

Preguntémonos, ahora, en general: ¿cuántas mujeres han pospuesto la maternidad por miedo a perder su trabajo?; ¿cuántas han tenido que ocultar su embarazo para no ser descartadas en una entrevista?; ¿cuántas han renunciado a la lactancia porque sus empleadores no ofrecen condiciones adecuadas?; ¿cuántas madres han recibido el comentario “qué tal estuvieron las vacaciones” refiriéndose a la licencia de maternidad?

Asimismo, ¿cuántas madres tienen que renunciar a su lactancia porque sus patronos no les ofrecen condiciones mínimas para que la misma se mantenga?; ¿a cuántas madres ha empujado el sistema a tener que decidir entre trabajar o quedarse en casa porque no logran una real conciliación entre ambas facetas? Sin duda, estas realidades no pueden seguir siendo normalizadas.

El denominador común en todas estas situaciones es ser mujer. Si bien los hombres también pueden enfrentar dificultades, las estadísticas demuestran que la discriminación por género afecta mayormente a las mujeres. Aunque los esfuerzos de generaciones anteriores han dado frutos, el camino hacia la equidad aún requiere compromiso y estrategias concretas. Algunas medidas claves son:

  • Políticas de equidad salarial y auditorías para garantizar que hombres y mujeres reciban el mismo pago por el mismo trabajo.
  • Flexibilidad y conciliación laboral, para promover esquemas que permitan balancear vida personal y profesional.
  • Programas de liderazgo femenino, que fomenten el crecimiento de mujeres en posiciones de poder.
  • Protocolos contra el acoso y la discriminación, para asegurar entornos laborales seguros y justos.
  • Cultura organizacional inclusiva, que busque sensibilizar a los equipos sobre sesgos inconscientes y promover la diversidad como un valor esencial.

El cambio social es complejo, pero las acciones desde el sector empresarial pueden marcar la diferencia. Construir entornos laborales equitativos no solo es una cuestión de justicia, sino también una estrategia que beneficia a las organizaciones y a la sociedad en su conjunto.

Desde nuestra firma, seguiremos colaborando con las empresas que busquen erradicar la desigualdad y trabajar por un futuro mejor para las niñas y jóvenes de hoy, quienes merecen crecer en un mundo donde el talento no tenga género.

Rebeca Artavia

Socia, BDS Asesores

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